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Hace 2 años vivo en Jerusalén con mi esposo, y desde siempre me ha gustado tener muchas almohadas pequeñas en la cama, me gusta abrazarlas al dormir, lo heredé de mi papá. Hace poco estaba lavando la ropa de cama cuando vi esta almohada amarilla pequeña, no recordaba cómo llegó a casa. Me ha tomado un rato hacer memoria, y aquí te cuento un poco al respecto.

Mi primera migración también fue la primera vez que viví lejos de casa y totalmente por mi cuenta. Decidí vivir en los dormitorios de la universidad porque tan lista e independiente como me sentía, no quería el dolor de cabeza de buscar un departamento en un lugar que aún no conocía a profundidad. Llegué a Israel un 12 o 13 de octubre del 2017 a eso de las 11pm, pasé la noche en un hotel y al día siguiente unos amigos que había hecho online (siempre exponiéndome al secuestro) me llevaron a los dormitorios de la universidad. Cargaron mis pesadas maletas y me dejaron en mi mini estudio para que comenzara mi pequeño viaje académico. 

Comencé a desempacar pero antes que me agarrara la tarde/noche decidí salir en búsqueda de un sim card y de algunos básicos para el cuarto. Deambulé por el barrio un buen rato pero no encontraba ninguna tienda útil, hasta que un transeúnte me recomendó ir a cierto centro comercial, así que me embarcó en un bus y me indicó donde bajarme. Luego de tener ya una línea israelí activa, decidí deambular por este nuevo barrio, buscando comestibles para pasar la noche y cosillas para arreglar el cuarto, y ahí la vi, sentada entre otras almohadas pequeñas, y la compré. 

Un año pasó, se acabó la maestría y comencé a vender/regalar varias de las cosas que había adquirido en ese tiempo y que no tenía sentido traerlas hasta Perú. La almohada se escabulló entre mi sistema de hacer maletas, y apareció en Lima. Y así como llegó, también se volvió a meter a la maleta cuando me preparé para salir del Perú de manera indefinida. 

Inspirada por encontrar esta almohada, pregunté en la cuenta de Instagram de Granadilla Podcast sobre qué objeto acompañaba la migración de aquellas personas que siguen el viaje de la granadilla. Por si no lo sabes, este podcast es un espacio dedicado a visibilizar a las peruanas migrantes que la rompen en distintas partes del mundo. Nos encuentras en Instagram, Twitter, Spotify, Apple Podcast y demás plataformas podcasteras. En fin, de vuelta a la pregunta, recibí respuestas muy interesantes. 

Algunas valoramos objetos relacionados directamente con Perú. Como @laidianas y su almohada con banderitas de Perú que dice palta por todos lados, o @clau.g.1988 que siempre está acompañada de su camiseta de Perú, también @byrosaoh que tiene su pasaporte peruano siempre con ella. Otras le asignamos un valor sentimental migratorio a objetos relacionados a nuestra familia, por ejemplo @vanessa.rafaelp siempre tiene una foto de su papito y abuelos, y @nat_coeur lleva con ella la chalina de su abuelito, que la acompaña en los inviernos europeos. Por último, también están las que sus objetos están más relacionados con el proceso migratorio o con algo que les apasiona. Tenemos a @mercheipinze con su ropa de rugby y a @patricia.quispe con su diccionario italiano-español que recientemente lo encontró porque anda en plena mudanza. 

El diccionario de @patricia.quispe

Todos tenemos un objeto, o quizá una experiencia, que relacionamos directamente con nuestro proceso migratorio. La migración no es fácil, hay días en que por un momento sientes que ya, ya eres parte de tu nuevo país y algo nuevo pasa que te hace sentir como que recién llegaste, e inconscientemente vas donde ese objeto que guarda tus memorias migratorias. La almohada amarilla ha secado varias lágrimas, también ha sufrido varios golpes cuando por frustración la arrojé contra la pared. También ha probado helado cuando estaba celebrando algo lindo que me pasó, y se ha ensuciado un poco entre las mudanzas mientras ampliaba sus horizontes.

No soy materialista, pero si creo que cada objeto que tenemos en nuestra vida tiene un significado. Muy a lo Marie Kondo, ¿si no te trae felicidad, para qué lo conservas? Hoy abrazo esa almohada con más fuerzas, y la trato con más cariño porque no quiero que pierda su color, porque quiero que siga caminando conmigo este viaje migratorio que comencé como jugando pero que ahora va muy en serio.

¿Tienes algo que recuerda y/o acompaña tu migración? Cuéntame en los comentarios o mándame un correo a hola@randomana.com – quizá hacemos una segunda edición de los artículos que marcan nuestro proceso migratorio.