El amor perruno de mi vida, Shamir, falleció en plena pandemia. En parte ese contexto me ayudó a estar realmente con él en sus últimos días. No te voy a mentir que cuando se fue, pensé que nunca más podría amar a un peludo como lo amé a él. Era el perro perfecto. Escribo esto y recuerdo sus ojitos caramelo, y sus saltos hacia la cama para jugar, aún lo extraño, y mucho.
Cuando el señor Random y yo comenzamos a hacer planes de nuestro futuro juntos, la idea de un perro siempre salía a flote. Mi esposo amaba a Shamir y también sufrió cuando murió. Luego de casarnos, decidimos disfrutar un par de meses de estar solamente 2 en casa, hasta que un día dijimos: ¿por qué no comenzamos a buscar? Aquí te cuento nuestra aventura adoptiva.
caso 1: Queen Elizabeth
Vi a Queen Elizabeth en una publicación de un grupo de Facebook de gente que vive en Tel Aviv. Era una pitbull bellísima de 4 años que cumplía con todo lo que queríamos en una mascota. Educada para sus necesidades, se llevaba bien con los niños y adultos, y casi no le importaban los gatos.
Hicimos un viaje de casi 1 hora para conocerla y sentimos que fue amor a primera vista. Esa semana comenzamos los trámites de adopción, nos dieron su historial clínica, nos contaron parte de su historia y decidimos darle un hogar.
A la semana siguiente volvimos a recogerla. Tuvimos un gran viaje en carretera, le gustó la casa, y los paseos eran realmente tranquilos. Luego de 3 días viviendo con nosotros, por fin nos enviaron el parte médico completo para enviárselo a la veterinaria cerca a nuestra casa, agendamos una cita y fuimos muy emocionados a ver qué onda.
Si bien todo estaba conforme con ella, resulta que tenía una alergia muy fuerte a básicamente todo, y que a largo plazo nos traería problemas si no lo tratábamos desde ahora. Necesitaba comida especial, snacks especiales, baños especiales, todo especial y no podíamos correr el riesgo que quizá coma algo en la calle o algo que se cayó al piso en casa.
Cuando decidimos adoptar, hicimos un presupuesto familiar mensual de lo que podíamos gastar en una mascota, digamos que acordamos que «xx» era un buen monto para cubrir comida, snacks, juguetes y demás. Luego de la consulta, el presupuesto subió a «xxxx». Era demasiado dinero.
Fue nuestra primera decisión de adultos, porque no estábamos listos para asumir más de lo que podíamos. Tuvimos que llamar al albergue y devolverla. Parte de crecer es aceptar que a veces no puedes lidiar con todo.

entretiempo: Ragnar
Luego de llorar por Queen Elizabeth, decidimos que pararíamos la búsqueda. Viajando por la memoria recordé cuando tenía 15 años y el colegio me obligó a adoptar una hamster para un proyecto de la clase de psicología. Nekebah, así se llamaba, fue la hámster más linda que existía, pero lamentablemente estos pequeños no vive mucho tiempo.
De más está decirte que el señor Random no es muy fanático de los roedores, así que no fue tan fácil convencerlo que tener un hámster era perfecto para nuestro estilo de vida. Luego de múltiples negociaciones, Ragnar llegó a nuestras vidas. Es un compañero de cuarto silencioso y nada fastidioso. Le cambiamos la comida, yo lo saco para jugar un par de veces a la semana, y ya caímos en una buena rutina familiar.
Caso 2: Clara
Llegó navidad y decidimos que queríamos intentar adoptar un perro nuevamente, esta vez nos quedamos dentro de la ciudad, y buscamos un centro de adopción. Visitamos uno pero ninguno de los perros nos convencía. Luego fuimos a una especie de feria semanal donde traen a los perritos que están en casa de acogida, ahí conocimos a Clara.
¡Era perfecta! Tranquila, juguetona, amigable, quisimos llevárnosla en ese momento pero decidimos darle unos días a la familia para que se puedan despedir. Días después fuimos a recogerla. Traerla a casa fue dolorosa, ella realmente amaba la familia de acogida que tenía, y recuerdo haber preguntado si estaban seguros de darla y la mamá dijo: sí, nunca quisimos un perro.
Llegamos a casa, empezó a explorar los cuartos mientras alistábamos todo para la cena. Clara estaba agarrando confianza para subirse al sofá a acompañarme cuando entró una llamada a mi celular, era el papá de los chicos que habían estado cuidando a Clara, su inglés no era el mejor, así que le pasé la llamada al señor Random.
Te haré corta la historia, media hora después vino a recogerla. Le lloró a mi esposo que darla en adopción fue un error, que sus hijos no paraban de llorar y que por favor se la diéramos de vuelta. A veces los padres toman decisiones que pueden lastimar a los hijos, nosotros no queríamos ser causantes de estas heridas, así que aunque nos dolió, devolvimos a Clara.

Caso 3: Killa
Encontrar un perro adulto educado cada vez se hacía más difícil, y como son adoptados, realmente no sabes su pasado, y eso nos preocupaba a largo plazo. Decidimos abrir la búsqueda a cachorros también. Así llegamos a un albergue en Holon (a 45 minutos de donde vivimos) donde tenían una cantidad alucinante de perros adultos y cachorros. Las historias de los adultos no me daban confianza de pasearlos sola, así que procedimos a los cachorros.
Habían 5 cachorros en diferentes jaulas, te aseguro que todos eran igual de adorables. No tengo claro por qué la escogimos a ella, pero casi casi fue amor a primera vista. Nos movió su larga cola, hizo algunos gemidos y se sentó en la puerta de su jaula. No pudimos con tanto amor y dijimos: ¡La queremos!
Hoy 12 de febrero cumple su primer mes con nosotros, y ha sido una experiencia genial. Vamos conociendo qué le da miedo, qué le gusta, qué le molesta, es descubrir a alguien desde cero y nos fascina.

Comprar o adoptar es una decisión personal. Shamir fue comprado, la razón es porque no queríamos correr el riesgo de traumas pasados cuando Shamir estaría expuesto a niños, familias, personas vulnerables y más. Killa fue adoptada, porque es una cachorra sin muchos traumas, y porque Oren y yo estábamos dispuestos a darle amor intenso los primeros años de su vida para sanar cualquier herida que pudiera tener.
Adoptes o compres, criar a un perro es una responsabilidad pero también un disfrute. Tener una mascota es vital en el crecimiento y formación del ser humano. La interacción, el entrenamiento, el cariño, la responsabilidad, todo aporta a la persona que puedes ser.