Mi mayor miedo se ha hecho realidad, mi bebé se ha enamorado, y parece que va en serio. No soy una hermana celosa – en serio, no lo soy – pero siempre lo voy a cuidar y quiero solo lo mejor para él. Si ella es la indicada, solo el tiempo lo dirá. Hoy es su cumpleaños, y más allá de la conversación del día a día, quiero dejarle algunas líneas para el recuerdo.
«Tengo un hermano al que adoro, y más o menos beso el piso por el que camina. Siempre me temí, ‘qué tal si la mujer con quien se case no me gusta’… Yo sabía, sin embargo que el matrimonio de mi hermano podía tener el potencial de cambiar la dinámica de nuestra relación.»
Fuente: Los héroes entre nosotros
Este artículo va en exclusivo para el joven que vive en el cuarto del frente, pero también para todos los hermanos que tienen una hermana mayor. Le escribo al chico que me hace renegar pero me roba las mejores risas. Cuando hace más de 19 años pedí un hermano menor, no sabía las consecuencias que traería a mi vida. Tener un hermano te hace responsable. Lo he visto crecer desde pequeño y he tenido el privilegio de verlo pasar de nene bonito, a todo un guapo hombre.
No me preocupa qué tipo de ser humano es él, mis padres hicieron un gran trabajo. En este momento de su vida, está navegando en los mares del amor y como mujer, solo puedo compartirle lo que sé sobre cómo empoderar una mujer y al mismo tiempo enamorarla para que no huya jamás.
Enano, enamórate de una mujer que respete tus espacios, y respeta tú los suyos. No intentes controlarla, porque si por un momento tienes la ilusión de estar al mando, you have been played. Guarda siempre sus secretos, y jamás traiciones sus confidencias. La confianza es algo casi imposible de recuperar.
Ámala con sus defectos, pero si piensas que son más de lo que puedes tolerar, retírate antes de lastimarla. Defiende su honor, y ya luego pregúntale por los detalles. No la cuestiones en público.

Dale el lugar que se merece, pero no la pongas por encima de tu familia ni tus objetivos inmediatos. No cambies el rumbo de tu vida por su amor, y tampoco le exijas que lo haga ella por ti.
Recuerda los pequeños detalles, sorprendela a diario. Ríe con ella, deja que se ría de ti. Construyan recuerdos juntos, dale un espacio activo en tu vida. Aprendan a tomar decisiones basadas en una felicidad conjunta. Ya no hay lugar para los egoísmos.
Y por favor, por favor, nunca me reemplaces por ella, cada una de nosotras tenemos que ocupar un espacio diferente en tu vida. Tampoco dudes en acudir a mi, dime dónde y cuándo, yo llevo mi mal genio o los tequeños, lo que sea necesario.
Si con todo esto – junto con lo que la vida te vaya enseñando – decides que ella es la mujer para ti, yo seré la que llore emocionada el día de tu boda, la que le dará regalos a mi cuñada, y se emocionará cuando me hagas tía.
Yo seré tu compañera incondicional a quien puedas acudir en cualquier momento, porque así lo quiso Dios, que esté yo para atormentarte acompañarte hasta el final. Te amo.