Mar Adentro – Tenencia marina y debates cosmopolíticos, fue un libro que llegó a mi hace casi 3 años cuando estaba tentando una consultoría en temas indígenas. Del mar no sé mucho, lo respeto y prefiero mantener mi distancia, pero aprender sobre cómo lo perciben ciertas culturas y países ha llamado mi atención.
Debo advertirte que no es para nada un libro ligero o entretenido de leer, por el contrario está cargado de historia, datos rebuscados y enfoques sociales que no todos encontramos divertidos para leer. Aún así, lo terminé de leer por una mezcla de responsabilidad y por mi necesidad de saber cómo termina.
Primera parte: paisajes marítimos y razones prácticas
Australia, Mauritania, Melanesia y las islas del Pacífico son el objeto de estudio para esta primera parte del libro. No conozco ninguno de estos lugares, pero me gusta la idea de haber aprendido un poco de ellos, al menos sobre su perspectiva marítima. En Australia, los paisajes yoIngu ofrecen un mapa de historia de las relaciones pasadas y permiten entender qué podemos hacer hoy. La cosmología de esta comunidad permite implicar procesos generales e individuales de la relación del hombre con el mar.
En las Islas del Pacífico se está buscando una metodología para definir los límites sociales del mar. Los ecosistemas marinos están estrechamente relacionados con los del entorno terrestre costero, que también están en constante cambio. Al reconocer este dinamismo, se puede empezar a plantear lineamientos para la definición de territorios.
Mauritania se encarga de presentar un caso de la relación que tienen las comunidades locales con el mar. Los pescadores Imragen tienen una forma exclusiva y estable para delimitar el espacio, y parece estar funcionando hasta ahora. En el caso de Melanesia y Oceanía en general, se está buscando fusionar la gestión marina tradicional con la moderna, y para esto, el autor hace hincapié en lo necesario que es reconocer la interconectividad natural (impacto de la pesca, etc.) y la social (acceso a recursos, etc.). El gran reto es cómo pescar sin afectar la dinámica cultural de la sociedad.

Segunda parte: la dialéctica de los espacios tierra/mar
Si quieres aprender un poco más de cómo entienden la tenencia marítima en la Polinesia francesa, conocer sobre los nómadas marinos del sureste asiático o sobre la apropiación de los Manglares, puedes ir directo a la segunda parte del libro. En diversas islas de la Polinesia Francesa las comunidades locales han restablecido instituciones preeuropeas, lo cual significa que están reinventando la historia. Este modo de apropiación marítima establece que el acceso al mar es un privilegio para miembros de la isla.
Los nómadas podrán ir dando vueltas por el mundo, pero también tienen ese deseo tan humano de marcar su territorio no solo en tierra, pero también en el mar. Los Moken realizaron una alianza con los pescadores para mantener territorios, lo cual les obligó a ya no andar recorriendo abiertamente los mares, si no delimitar su movimiento a una parte. Su parte.
Por otro lado, la complejidad de los espacios costeros con recursos inmateriales y cambiantes hace difícil determinar si hubo apropiación o las reglas del juego se cambiaron sin que uno sepa. En estos Manglares existió una migración. entre los derechos tradicionales bajo la autoridad de los ancianos y las leyes bajo la jurisdicción de las políticas estatales.

Tercera parte: la emergencia de las ontologías marítimas en la política pública
En la última parte del libro se habla sobre el río San Lorenzo en Quebec, sobre Panamá y sobre el borde costero en Chile. En el primer caso hablan sobre la relación entre la pesca y su relación con el medio ambiente, como los lugares locales se convirtieron en atracciones y cambiaron su dinámica económica.
Para Panamá, la tenencia marítima existe a partir de que la tierra tiene contacto con el mar. Precioso, ¿no? Aún así, Rose (2004) dice que reconocer los límites y las vallas en el mar abierto es complicado. Para el pueblo guna, que se estudia en este capítulo, el mar es un punto de contacto entre la sociedad y el resto del mundo. Es nuestra salida al exterior.
Por último, en nuestro país vecino, la comunidad Lafkenche tiene su propia ley respecto a la propiedad marítima. Esta ley indica que se puede definir los espacios marítimos si estos tienen un significado sociocultural o fuerzas espirituales. El gobierno chileno ha tenido mesas de trabajo con representantes de la comunidad para delimitar, con entendimiento, las zonas marítimas chilenas.
Probablemente lo que más le faltó a este libro es contar cómo se relaciona el Perú con el mar, y me queda la curiosidad de saberlo. Por otro lado, me hubiera gustado leer más sobre tenencia del mar en un estilo de crónica, pero eso es quizá porque es mi estilo favorito de redacción.
Si estás metido en temas de política y territorio, este es un libro interesante para entender mejor como otras culturas manejan su tenencia marítima; si simplemente quieres leer algo que la persona promedio no leería como primera opción, este libro también es para ti.