Antes te he contado de mi jefe favorito, también te he enseñado a no ser un mal jefe y te di consejos para ser ese colaborador ideal que todos quieren en sus equipos. Como recientemente cambié de área me parece que es la ocasión perfecta para contarte de los consejos más interesantes que mis anteriores jefes me dieron, algunas veces de manera directa y otras mientras los escuchaba hablar en reuniones.
Anita, usted es la experta, tome la decisión final
Con este jefe me reinserté en el campo laboral luego de haber terminado mi maestría, y quizá en el fondo tenía miedo que algunas de mis habilidades profesionales se hayan oxidado por la falta de práctica. Con él fortalecí mi capacidad de decisión y organización en mi puesto. Le presentaba el caso a resolver, le daba mis opciones, él me comentaba sus ideas pero me devolvía la pelota diciéndome que como la experta, debía tomar una decisión. Y aún cuando me equivoqué al decidir, como jefe siempre dio un paso al frente para tomar la responsabilidad y así seguir enseñándome a confiar en mis decisiones.
Tú no te metas, porque tú no sabes
La primera vez que mi entonces jefe me dijo esto me dolió, y mucho. Me hizo sentir incapaz y que todos mis años capacitándome no me habían servido de nada. Te debes estar preguntando cómo esto califica como un consejo, y te diré por qué. Luego de que procesé su comentario, tomé la decisión de darle la vuelta a sus palabras.
Me acerqué a las personas que «sí sabían del tema» y que «sí podían meterse», de ellas aprendí un montón y fueron estas personas las que me abrieron las puertas para «meterme porque ya sabía». ¿Cuál es el consejo inverso? Aprende mucho siempre, para que te puedas sentar en cualquier mesa que quieras a debatir distintos temas y eventualmente adquirir el poder de decisión.

La procesión se lleva por dentro
Quien me dio este consejo no era mi jefa directamente, pero es alguien que con su ejemplo me está enseñando mucho, y sin quererlo me está preparando para cosas más grandes. Íbamos regresando de almorzar mientras yo le contaba mis últimas experiencias con mi jefe cuando me paró en seco y me dio este consejo para luego también agregar que si tengo que desahogarme que sea con ella, pero que delante del resto, sea ecuánime y que nada me afecte.
Tráeme 2 soluciones para el problema o no vengas
Este consejo me lo dio una de mis primeras jefas y quizá suena un poco radical. No es para que te escondas en una esquina con miedo de no poder resolver un problema, por el contrario, es para que desarrolles creatividad e ingenio por ti misma. Esta jefa era acelerada en todo, desde cuando dictaba clases hasta cuando daba sus rondas por la oficina, entonces si bien no tenía tiempo de explicarte la solución, se hacía un espacio en la agenda para trabajar contigo las alternativas presentadas.
Todos somos seres perfectibles
Con esta cierro, porque si no esto ya se vuelve capítulo de libro, y no artículo de blog. ¿Qué quiero enseñarte con esto? Humildad y hambre de crecimiento. Si bien los artículos que enlacé al inicio llevan en el título la palabra «perfecto/ideal», quizá debería ser: casi perfecto/ideal, porque la verdad, no existe el trabajador perfecto, ni el jefe ideal, ni el colega perfecto, pero existe gente buscando mejorar y eso se aplaude.
Ser perfectible es estar dispuesto a escuchar tus errores y ver cómo mejorarlos. Ser perfectible es buscar siempre aprender y practicar cosas nuevas. Quizá por eso ando metiendo mi nariz en varios proyectos al mismo tiempo, porque estas ganas de aprender no me las para nadie. Total, aún estoy en proceso de perfeccionamiento.
No todos los jefes son buenos, no todos tus superiores te enseñarán cosas buenas, pero definitivamente algo aprenderás de cada uno. Lo importante es que aprendas a diferenciar de lo que vas viendo/escuchando y vayas formando tu propia personalidad profesional, y también quién eres al salir de la oficina, al final del día, ambos se van a la cama y salen a enfrentar el mundo juntos.