A mi me encanta Perú y me fascina Israel – mi hogar los últimos 9 meses – pero no me malinterpretes, Perú siempre será mi lugar favorito, a donde mi genes siempre me van a llamar y la bandera que tanto me encanta mostrar en todo lado.
Aún así, como país tenemos mucho que aprender, y en este nuevo año de libertad/independencia creo que es importante tomar nota de las cosas que Perú tiene que comenzar a poner en práctica si queremos un verdadero cambio.
Sistema de transporte
Practicar equilibrio es divertido por un rato, pero la manera de manejar de nuestros conductores es un aventura para la que nadie está preparado. Tenemos buses de la época de la pera, sin aire acondicionado y sin la preparación para que personas minusválidas puedan realmente acceder al servicio.
Renovar el sistema de transporte va a necesitar que nosotros los peruanos estemos dispuestos invertir un poco más en el pasaje y acomodarnos al cambio. Los cambios no son fáciles pero son el proceso para ser mejores.

Este es el bus que me lleva de mi casa a la de mi tía – cada viaje es una aventura – a veces pasa cada media hora, o pasa cada 10 minutos o no lo ves en 2 horas. Tienes que gritarle al chófer dónde te quieres bajar, a veces no paran aunque lo pediste con tiempo, la incertidumbre es asombrosa.
Identificar sus fortalezas y potenciarlas
Aquí me voy a permitir hacer un comparativo entre Israel y Perú. El primero analizó y determinó que sus fortaleza está en la tecnología y le está sacando provecho en todo nivel. Nosotros sabemos lo bueno que tenemos pero no le dedicamos el tiempo suficiente para potenciarlo.

Agricultura, minería y turismo son potenciales columnas de nuestra economía, lamentablemente por lo menos una de las tres está manchada por corrupción e injusticia. Llevo más de un año escribiendo para una revista especializada en temas de agronegocios, algo que aprendí en las primeras entrevistas que realicé es que al peruano no le gustaba asociarse y compartir conocimientos con los que trabajaban en su mismo sector. Al final este era un impedimento para crecer para todos.
Tener orgullo por lo suyo
No hay nada peor que un peruano avergonzado de sus raíces y su historia. Cuando estaba en el colegio tenía una amiga que nació en Trujillo, toda su familia era de allá y ella siempre se avergonzaba de venir del norte. Por el contrario, mi papá es trujillano y mi mamá de Lima, y nunca he tenido problemas en decirlo.
Existe una gran población en Lima que habla quechua pero le da vergüenza decirlo porque no es tan «interesante» como hablar inglés u otro idioma, y así es cómo estamos matando nuestra lengua nativa.

A diario ensuciamos la bandera, con la corrupción, con la mentira, con la viveza peruana, con la travesura, con todo lo que sabemos que está mal pero pensamos que nadie se dará cuenta. La razón es simple, no valoramos quiénes somos, no tomamos en serio nuestras raíces ni lo que nuestros antepasados planearon para el futuro. La única manera de cambiar lo que tenemos hoy por Perú, es aprendiendo a amarnos como peruanos.