Hace tiempo escribí un artículo en inglés sobre las referencias judías en algunas películas americanas (read here), pero como ahora vivo pegada en Netflix, y ando viajando en el túnel de los recuerdos, terminé viendo las 6 temporadas de la Nana Fran. Y en menos de dos semanas. Tengo problemas. Lo sé.
Es de conocimiento público mi amor hacia Israel y a la mayoría de tradiciones judías. Y desde hace un tiempo, tengo un detector instalado en mi cerebro cuando veo algo que tenga referencias judías, pero cuando comencé a ver otra vez La Nana, entendí cómo estuve expuesta desde siempre al judaísmo.
Cuando era más joven me encantaba Fran, su voz chillona y su manera de meterse en problemas y salir de ellos impune. Eso es arte puro. Fran vivía con el sueño de casarse con el hombre perfecto, es decir: una buena profesión, que sea alto, inteligente, y la cereza en la torta, que sea judío.
La Nana no es una serie de alta producción. A pesar de haber prestado un mínimo de atención a las clases de audiovisuales, aprendí a detectar errores que el simple ojo humano no podría. Aún así, considero que Fran y su elenco, hicieron un buen trabajo en plantar la semilla del judaísmo en muchos espectadores, y en alterar la paz de los judíos en Norteamérica.
Es importante mencionar que Fran exageraba su judaísmo, pero se rescata que nunca se avergonzó de sus raíces. En cada metida de pata, incluyó el famoso «Oy vey», y de vez en cuando se mencionaba la comida kosher y su importancia en la alimentación judía.
Hoy sé que la Nana fue una de las causas de mi curiosidad hacia Israel y su cultura, y también sé que volvería a revisar la serie, para verla celebrando el Hannukah, yendo a la reunión de Hadassah, y disfrutar a su madre bailando/diciendo Mazal tov, todas las veces que creyó que por fin Fran se iba a casar.
Que tengas un naches fin de semana 😉 *voz nasal al estilo de Fran*