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Beit Guvrin es un sitio arqueológico que queda en el sur de Israel, aproximadamente a 60 kilómetros de Jerusalen. Es reconocido como un parque nacional y ahí se encuentran los restos de la ciudad antigua Tel Maresha. Este sitio está lleno de historia, pero sobre todo de cuevas.

En Beit Guvrin podemos encontrar un cementerio judío, un anfiteatro romano-bizantino, una iglesia bizantina, baños públicos, mosaicos y sobre todo, cuevas que funcionaban como diferentes espacios para la comunidad que vivía ahí.

Luego de una corta pero intensa caminata cuesta arriba, la vista de la ciudad es hermosa.

Hablemos primero un poco de Tel Maresha, o como se le conoce en español, Maresa. Se le mencionaba en la biblia varias veces, y no olvides que la historia de Israel está intrínsecamente relacionada con este gran libro. Josué 15:44, 2 Crónicas 11:5-8, 2 Crónicas 14:8-10, por mencionar algunos pasajes.

Durante el periodo persa, luego de la destrucción del Primer Templo, Maresa y toda la parte sur de Judea fue tomada por Edomitas. Al final de este periodo, los sidonianos, y aún los griegos, vinieron trayendo la cultura helénica. Aparte, también vivían aquí egipcios y algunos judíos que se refugiaron luego de la caída del templo. Maresa se volvió un importante centro económico. Mientras pasaba todo esto, muchas de las cuevas fueron talladas.

Ahora hablemos de Bet Guvrin como tal. De acuerdo al historiador Flavio Josefo, esta fue una de las dos ciudades conquistadas por el general romano Vespasian. En el año 200, el emperador Septimus Severus le cambió de nombre a Eleutheropolis (ciudad de los libres) y le dio nivel municipal. Las cosas comenzaron a mejorar para esta pequeña pero importante ciudadela.

Durante los periodos romanos y bizantinos, grandes cementerios y restos arqueológicos judíos fueron descubiertos. Durante la época bizantina, Bet Guvrin fue un importante centro de reunión para el cristianismo ya que habían varias iglesias. La gran mayoría de las cuevas en forma de campana fueron cavadas en los inicios del periodo musulmán, hallazgos realizados durante las cruzadas indican que era una pequeña ciudad fortificada con una iglesia, llamada Santa Ana (pura coincidencia jeje), construida en 1136. La ciudad, en ese entonces, estaba rodeada por pueblos de las cruzadas.

Una villa árabe ocupó el lugar hasta la guerra de la independencia de Israel en 1948. El 27 de octubre de ese año las fuerzas israelíes recuperaron el área y en mayo del año siguiente se estableció oficialmente como un kibbutz israelí.

La cueva más grande, en forma de campana – el eco en el lugar es increíble.

Este lugar no es solo bonito e importante porque me gustó a mi, sino que el 22 de junio del 2014 la UNESCO lo eligió como Patrimonio de la Humanidad por sus cuevas y por su historia. Se han hecho muchas investigaciones en el sitio, y uno de los que se encargó, es ahora parte de mi familia.

En los 70 se estaban realizando excavaciones e investigaciones para aprender más de Bet Guvrin. En el grupo de las personas encargadas se encontraba un famoso y reconocido profesor israelí de la Universidad Hebrea, quien es un miembro de la familia de mi esposo.

Cuando el señor Random me dijo que quería visitar este lugar conmigo, le pregunté por qué. Muy casualmente me dijo que aparte de ser un lugar histórico para Israel, también lo era para su familia. Ya se imaginarán mi cara de sorpresa y curiosidad.

No estoy autorizada a dar detalles de lo que sucedió pero puedo contarte lo siguiente. El profesor fue secuestrado por estar muy cerca a la frontera con Jordania. Ese día no llegó a su casa y luego de una pequeña pero intensa búsqueda interna, recurrieron al gobierno por ayuda.

Días después, unos jordanos habrían cruzado la frontera con Israel, y la patrulla de turno los arrestó. El gobierno israelí comenzó las negociaciones y su par jordano decidió que un intercambio de ciudadanos sería lo más saludable. Nada como el amor por tu propia gente para traer un poco de paz entre la incertidumbre.

Así que Bet Guvrin no solo tiene impacto en la historia de Israel, si no en la de mi familia, y eso se tenía que contar. De ahí no digas que no te escribo primicias y cosas interesantes.