Me gusta pensar que crecí para enamorarme de ti, querida selección. Mi padre te ama, y eso no lo logra cualquiera. Te dediqué los mejores años de mi adolescencia y juventud, aprendiéndome los nombres de tus jugadores favoritos, haciendo mis predicciones de score, y defendiendo tu nombre a quién siquiera decidiera atacarte, porque yo, estaba enamorada de ti.
Probablemente no fui la mejor novia, porque no iba al estadio, y no tengo cada una de las camisetas que estrenaste, pero la casaca roja con la palabra PERÚ es mi favorita, porque me hace sentir tuya, y que somos uno. Tenía un álbum con tus mejores fotos, y te seguí a donde fueras, porque sabía que estaba destinada a amarte.
Eres ese ser ideal que a través de los años ha sabido jugar con el valor intangible más valioso: la ilusión humana. Y con eso, a pesar de las diferencias religiosas, políticas y/o sociales, has unido más gente que cualquier otra actividad.
Pero, ¿Sabes algo? Hoy termino contigo, selección, porque no puedes decirme que tienes una reunión de estudio y luego ver tus fotos en una juerga. Porque no puedes decirme que estás cansados para ir juntos al teatro, pero tienes la fuerza para ir a bailar un viernes por la noche. Porque realmente, ya no puedes decepcionarme, y tampoco sorprenderme.
Yo realmente quería ser esa novia fiel, que está contigo en las buenas y en las malas, resulta que en ambas situaciones siempre te fuiste con otra, o con tus patas, querías tenerme cerca, pero no querías acercarte tú. Te acostumbraste a mi amor ciego e incondicional.
Termino contigo no porque seas un perdedor, aunque tampoco eres un ganador. Termino contigo porque no aprendes la lección, porque sigues equivocándote en lo mismo, creyendo que un buen partido te hace el mejor, y uno malo, es solo un pequeño error. Te has olvidado que la clave del éxito es la constancia y disciplina.
No voy a regresar a ti si me llevas al Mundial o si en la próxima Copa América estás en el estrado con medalla y copa. Voy a enamorarme de ti nuevamente cuando ganando o perdiendo te mantengas humilde, cuando valores mi apoyo y corras a mi a celebrar o buscar consuelo. Cuando ya no tengas arranques de chibolo escolar (Esa va para ti, Cueva) y cuando recuerdes que amabas la pasión de jugar a la pelota y no el dinero que esta te da.

No quiero ser una ex resentida, así que no le hablaré mal de ti a la gente, pero cuando me pregunten y me juzguen por dejar de seguirte, les diré que mi corazón siguen siendo tuyo, que aún suspiro cuando escucho tu nombre, pero que entiendo, que para que realmente me valores, necesitas sentir mi ausencia.
Termino contigo, selección, anhelando que volvamos a cruzarnos más adelante, como la novia que no pierde la fe en su chico inmaduro, pero que da un paso al costado, no para estar con otros, sino para darnos espacio a madurar en nuestro propio ritmo.
Al final del camino, y aún en el proceso de este, te estaré observando, porque fuiste y siempre serás mi primera ilusión de la juventud.
Con amor,
Tu ex – fan enamorada.