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A mi no me duran las plantas, se me mueren pronto, o si planté la semilla, ni me echan raíces, aún así, me encantan, sus colores, su olor, su significado. Mi libro favorito de toda la vida es El Principito, si nunca lo has leído, es hora de que lo hagas, es el tipo de lectura ligera pero que te deja pensando. Diseñado para despertar no tanto a tu niño interior, pero si a esa creatividad que apagaste hace un tiempo.

En mi libro favorito se habla sobre las rosas, y pensé que este año en vez de darte enseñanzas o planes acordes a mi nueva edad, podríamos trabajar con el significado de ese número. 26 es el año de las rosas. Las rosas son un bien hermoso, mi papá tiene un rosal en la entrada de la casa y es admirado por muchos. Te voy a compartir tres frases al respecto del libro que marcó mi infancia y también mi vida actual.

«Es una cuestión de disciplina”, me dijo más tarde el principito. “Después de que uno termina su baño matinal, hay también que limpiar la casa, es decir, acicalar cuidadosamente al planeta. Hay que arrancar los baobabs en cuanto se les distingue de los rosales pues se parecen mucho cuando son pequeñitos. Es fácil aunque fastidioso.»

Si mis 26 años representan un rosal, en todo este tiempo he tenido que arrancar muchos baobabs de mi vida y no es que este tipo de planta sea mala, sino que no es recomendable que esté entre las rosas. ¿Te confieso algo? He tenido baobabs que se fueron solos, y me ahorraron el incómodo momento de pedirles que se vayan.

Los baobabs en un rosal representan a aquellas personas que no debían estar ahí, pero que quizá las forzamos (nos forzaron) a tenerlas cerca. Amistades tóxicas, relaciones destructivas, jefes opresores, compañeros de trabajo ofensivos. Aunque a veces también son personas con buenas intenciones, solo que no acorde a tus planes y proyectos.

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“Es una locura odiar a todas las rosas sólo porque una te pinchó. Renunciar a todos tus sueños sólo porque uno de ellos no se cumplió.”

Si hago un recuento de mis 26 rosas, he tenido proyectos que me fueron muy bien, y algunos que quizá no resultaron como debían. Estos años me han enseñado que existen las segundas oportunidades, que un error no es el fin del mundo y que casi todo tiene solución, solo hay que darte tiempo para respirar y pensar bien las cosas.

He herido gente en el camino, a conciencia o sin darme cuenta. También me han herido de vuelta. Cada año de vida, cada rosa, ha traído consigo sus subidas y bajadas, y no por eso me gusta más un año a comparación del otro.

Mi rosa del 2015 fue quizá el más intenso. Mi abuelo falleció, yo me rompí el tobillo y mamá enfermó de cáncer. Y aún así, no odio ese año, por el contrario lo valoro más, porque con la gente correcta a mi alrededor, superé el año y crecí como persona. Los años siguientes han sido un respiro, una bendición, una recompensa por sobrevivir el 2015.

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“Fue el tiempo que pasaste con tu rosa lo que la hizo tan importante.”

En estos 26 años solo tengo agradecimiento para todos aquellos que se toman  (o tomaron) minutos/horas/días de su vida para darme atención. Que me hacen favores sin pedir nada a cambio, que me enseñan sobre temas que conozco y satisfacen mi curiosidad inagotable, que me protegen, que me regalan consejos y me engríen como la chiquilla que aparentemente sigo siendo.

El tiempo que distintas personas han pasado conmigo desde que llegué a la tierra me han hecho la persona que soy ahora. Me dan la importancia para fortalecer quién soy y seguir creciendo. Me dan las herramientas para seguir construyendo ese futuro tan peculiar que quiero para mi.

Me encantaría tener más horas en el día de mi cumpleaños para darle un ratito a cada una de las personas que llegan a mi lado a estos 26 años, pero el día es corto y las responsabilidades muchas. Igual, si mi estás leyendo hoy, simplemente ¡Gracias! por dedicarme tiempo, por darme parte de tu vida para formar la mía, por ser parte de mi rosal.