Killa sufre separación por ansiedad y si bien durante el covid fue manejable porque andábamos todo el tiempo en casa, la situación se puso más complicada mientras las cosas volvían a la normalidad con más prisa. Así que luego de intentar varias cosas de manera casera, decidimos contratar un entrenador por un par de fechas, le robamos las ideas y te las vengo a contar aquí a ver si te funcionan.
Un poquito de historia
Killa nos adoptó como sus humanos un 12 de enero del 2021. En el albergue nos dijeron que nació un 5 de noviembre el 2020, y que al mes la encontraron deambulando por una carretera al sur del país. A las semanas de llegar al albergue una familia la adoptó y a la semana la devolvió porque «era mucho trabajo». Y a las semanas llegamos nosotros cuando el país tenía cuarentena por ciudades pero curiosamente la excusa de ir adoptar un perrito estaba dentro de las excepciones para movilizarte.
Los primeros meses fueron difíciles, como con toda cachorra. Solo tenía 2 meses y ya había sido abandonado la misma cantidad de veces. Lloraba cuando le poníamos collar/correa para pasear, lloraba para bajar las escaleras, lloraba para subirlas, en resumen, era una llorona. Sumarle a eso que le daba roche hacer pipí y popó en la calle. Era un drama completo, pero así la seguimos amando.
Vivíamos en un estudio, y más o menos que aprendimos a dejar todo en orden para que no se asustara cuando la dejábamos sola. Las cosas se complicaron cuando nos mudamos a un depa un poco más grande, y en la transición viajamos a Perú, entonces la dejamos 3 semanas en la guardería de perros. Lo positivo de esas 3 semanas es que volvió 100% entrenada para sus necesidades, lo negativo, su ansiedad por separación se volvió un tema serio.
Rompió cosas, empezó a cavar en la pared al lado de la puerta, revolcaba su comida y su agua, cada día era algo nuevo y una vez a las quinientas teníamos un buen día en donde nada pasaba. A esto súmale que aullaba como si la hubiéramos dejado en la azotea, en pleno sol de verano, sin agua y amarrada a un poste. Un drama poético, totalmente.
La jaula y las camas
Aguantamos casi un año así, haciendo lo posible por que no destruyera el depa ni nuestras vidas. Hablamos con la chica de la guardería, uno porque nos estábamos mudando a un depa nuevo y no queríamos que lo destruya y dos porque nos rompía el corazón verla sufrir tanto y no poder explicarle que no la estábamos abandonando. Nomy, de la guardería nos recomendó comprarle una jaula y que solo tenga su cama ahí. Para esto, Killa tenía su cama desde cachorra debajo de mi escritorio, y otra cama en la sala.
Escondimos la cama de la sala, y la de cachorra la pusimos en la jaula. Para esto, tuvimos la jaula desarmada en el piso unos 3 días, y Killa la olía pero nada más. Luego la armamos y la dejamos otros 3 días. Luego empezamos a poner sus snacks favoritos en la jaula para ver si decidía entrar, y así lo hizo. Pasado esto, oficialmente pusimos su única cama en la jaula misma. La idea es que la jaula siempre esté abierta, y que ella se sienta cómoda ahí. Ojo que el tamaño de la misma va en proporción con la talla de tu perri. Se debe de poder parar y dar vueltas de manera cómoda.
Y bueno, una vez que ya veas que se sienta y pasa tiempo en la jaula con la reja abierta, boom, la cierras, pero te quedas al lado. Es probable que se desespere un poco, dale un ratin para que se calme, le das un snack y abres la reja. Así poco a poco vas aumentando el tiempo que pasa dentro con la reja cerrada, y también te vas alejando, hasta que puedas ir a un cuarto y no te vea. Puedes ponerle snacks y sus juguetes favoritos dentro. Todo esto tiene como finalidad que la jaula se vuelva su lugar seguro, donde se sienta cómoda y protegida.
Varias páginas de entrenamiento dicen que la meta final es que pueda pasar toda la noche encerrada pero no hemos llegado a eso, nunca quisimos entrenarla a estar encerrada, solo queríamos que sienta que la jaula es su lugar seguro, su cueva. Mírala en esta foto cómoda, y puedes ver algunas cosas que se ha robado en los últimos 6 meses: una sandalia vieja mía, un hueso enorme que le regaló mi esposo, un peluche que le compré y algunas cositas más. También la hemos cubierto, con la finalidad de darle ese efecto de baticueva.

El trigger o disparador de ansiedad
Bueno, si bien le gustaba la jaula, no nos estaba ayudando con la ansiedad y tampoco nos parecía ideal llegar a encerrarla por 6 a 8 horas mientras íbamos a trabajar, así que luego de mucho debate, llegó el entrenador de perros. Un buen tipo, en la primera cita nos preguntó todo, desde rutina, comida, todo sobre ella, y sobre nosotros. Era como ir a terapia familiar. Y fue en esa primera cita que descubrimos que mi esposo era el trigger o quien disparaba su ansiedad.
¿Cómo lo descubrimos? La metimos a la jaula, salió mi esposo de la casa y Killa perdió los papeles totalmente, tanto que casi destruye la puerta de la jaula. Cuando yo me fui, si bien lloró, no fue tanto como cuando se fue mi esposo. ¿Por qué la ansiedad por separación y por qué mi esposo? Sospechamos que tiene que ver con el doble abandono que sufrió de cachorra, y luego que la primera vez que la dejamos por 3 semanas en la guardería para ir a Perú, fue mi esposo quien la dejó, entonces asocia abandono con él. Y bueno, el esposo es la cabeza de esta jauría, así que tiene mucho sentido.
Prueba y error, rutina oficial
Junto con el entrenador probamos varias cosas. Dejarla con música que arrulla. Dejar las luces apagadas. Salir en momento diferentes. Que mi esposo saliera dejándole snacks, sin dejarle snacks. Darle snacks más riquis cuando nos íbamos. Que mi esposo saliera, volviera al toque y saliera de nuevo. Pasearla por casi 1 hora antes de dejarla sola. Todo funcionaba, y luego de 1 o 2 días, dejaba de funcionar. Eso sí, seguimos con el entrenamiento de jaula, estando nosotros en casa, haciendo nuestras cosas como si nada, y ella ahí unas 2 o 3 horas, y poco a poco le fue pareciendo normal.
¿Qué nos ha funcionado? En las mañana, yo me levanto primero, me baño y la saco a pasear. En todos los pasos antes de salir la puerta de nuestro cuarto estuvo cerrada y ella asume que mi esposo sigue durmiendo. Mientras paseamos por unos 30 a 40 minutos, mi esposo se prepara para el trabajo, le deja snacks en su jaula y en algunos lugares del depa, y se va. Al volver, la hago entrar, le quito la correa y jalo una mesa que tenemos echada a modo de reja (es que no encontramos una que cubra del librero a la pared para impedirle que se acerque a la puerta) y me voy.
Ahora, los días que ambos estamos en casa y por ejemplo queremos salir a cenar o algo, mi esposo va al cuarto por unos 10 a 15 minutos, terminado este tiempo, yo la saco a dar una vuelta de 20 minutos y en ese tiempo, mi esposo desaparece, dejando snacks y el kong en la sala. Al volver, la dejo en la puerta y adiós. También funciona si yo me escondo y él la pasea. Si bien llora un poco, puedo decir con confianza que llevamos casi 3 meses con quizá 2 ataques de ansiedad. Por ejemplo el otro día se jaló unas cosas de la cocina, pero creo que fue más por hambre que por ansiedad.

Snacks de alto valor
Al inicio le dábamos snacks de la tienda de mascotas, pero el entrenador sugirió darle algo con mayor valor y atractivo para ella: comida casera. Cuando comenzamos con el entrenamiento yo estaba por renunciar a mi trabajo así que con tanto tiempo en mis manos me la di de chef. Comencé con cupcakes hechos de carne y/o pollo pero realmente eran mucho trabajo.
La clave realmente ha sido el Kong (ver la foto inferior) en el cual le ponemos pollito hervido, a veces hígado y zanahorias. Distintas comidas caseras que como no las come siempre, la mantiene entretenida al dejarla sola. Vienen en diferentes tamaños y presentaciones. Esta es una mediana tirando para chiqui, tiene 2, cosa que dejamos preparado para dos días, y lo tengo congelado, así no solo se entretiene haciéndolo rebotar, si no también lamiendo.


Comentarios finales
No existe la fórmula secreta. Quizá todo lo menciona no funciona en absoluto con tu mascota, y necesitarás ayuda de un profesional. El entrenador nos dijo que nunca encontraremos la solución a largo plazo, pero siempre podemos mejorar, ajustar, arreglar y eso andamos haciendo. Monitoreamos ciertas cosas, vemos que todo esté en orden antes de irnos, recompensamos las buenas acciones e ignoramos las malas, no creemos en el castigo.
Puedo decirte con confianza que hoy con casi 3 años, Killa ha madurado mucho. Ya pasa más tiempo, por decisión propia, en su jaula. También está más relajada en general y eso me alegra. Mi único deseo de la modernidad en la que vivimos es que inventen una forma en que los perros puedan hablar y realmente entendernos, así sería fácil explicarle que nunca la vamos a dejar sola.
Espero esto te sirva para tu propia mascota, y si tienes más preguntas me puedes escribir a hola@granadillapodcast.com o a mis redes sociales como RandomAnaG. Por cierto, ¿debería hacer un artículo con mis recetas para comida canina? Cuéntame qué te parece la idea.