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Vayamos a lo obvio, el año se nos fue. Honestamente yo sigo aún entre marzo y abril, así que necesito un par de meses para procesar que el 2018 se está acabando, así de lenta soy. También es importante hacer un recuento, de lo bueno, de lo no tan bueno y de lo malo. 

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Jerusalem siempre será mi lugar favorito en Israel. Siempre. 

Pasaron cosas buenas, aprendí a vivir sola, volví a mi nido un poco más independiente, inteligente pero tan mimada como siempre. Pisé tierras europeas pero me enamoré aún más de mis raíces andinas. Probé nuevas cosas, cambié ciertas opiniones pero fortalecí la esencia de quién soy. Y estoy segura que a ti te pasaron cosas igual o más interesantes. 

Este año aprendí a ponerme en situaciones incómodas, como por ejemplo entrevistar al embajador de Palestina en Perú, o vivir en un país hebreo hablante sin tener un manejo decente del idioma, menudo choque de culturas que disfrute al máximo. Aprendí sobre resolución de conflictos y reconciliación, aunque me queda mucho por escribir al respecto. 

Mucha gente que aprecio se casó, y me hizo poner en perspectiva que la posibilidad no es tan ajena a mi como quería que fuera. Cumplí un par de sueños, llegar a los 25 en Israel, conocer Auschwitz (aun cuando se me partió el corazón), ir a un país nuevo y sola por primera vez, Polonia, y muchas cosas que quizá no conté ahora pero que en algún momento serán parte de mis relatos. 

Israel ha sido y siempre será mi lugar favorito, su historia, su soldados, sus civiles, todo de este país aún me tiene cautiva, pero volver a casa ha sido la cereza de mi 2018. Una cereza un poco agria por lo difícil que se ha vuelto ser mujer, la vil forma en la que se ha teñido el ser creyente, aunque tengo la certeza que si la misma unión y pasión que le pusimos al llegar a Rusia le ponemos a mejorar nuestra sociedad, no queda mucho para llegar al bicentenario como el estado que alguna vez nuestros libertadores soñaron. 

En junio de este año me propuse «obligarme» a escribir una columna todos los domingos, no funcionó tan bien como me hubiera gustado, pero de una forma u otra el artículo dominical hizo lo posible por salir a tiempo. Ahora que estoy de vuelta en el lado correcto del océano, he decidido cambiar las columnas para el lunes, veamos si así funciono mejor. Lo averiguaremos la próxima semana. 

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Y te lo voy a decir por última vez, este año al menos, quien quiera que seas, eres una persona maravillosa, tus sueños son reales y se pueden lograr, solo es cuestión de echarle ganas y fuerzas. Y si eres mujer, quiero que sepas que existe gente que se preocupa por ti, por tu seguridad, por tu futuro, por tu felicidad, aunque parezca mentira, hay gente ahí afuera que le da el valor que le corresponde al regalo de ser mujer.