No tengo intenciones de escribir un artículo cargado con toques feministas ni tampoco de pintar un país de perfecto y el otro de no tan bonito. La finalidad de estas líneas es contarte como se ve la vida en Israel y en Perú para una muchacha de 25 años con espíritu explorador pero mente precavida.
Comencemos por lo más aburrido, actualmente el Primer Ministro de Israel es un hombre, pero Israel tuvo la tercera mujer en la historia, Golda Meir, en ocupar este puesto, e hizo un trabajo espectacular. Así también tienen una ley que obliga a los ministerios/ministros a asignar mujeres en la cabeza de grupos donde se encuentran subrepresentadas.
Ahora vamos a lo académico. Anualmente Israel brinda becas de investigación indistintamente para hombres y mujeres en campos de tecnología e innovación. Los docentes de mi universidad tenían una clara política de puertas abiertas cuando nos reuníamos a discutir nuestros proyectos de investigación, así también toda comunicación se hacía por los canales administrativos indicados (email de la universidad o el chat en la plataforma virtual).
La vida diaria es otro tema. Hay un vestido naranja que me encanta y que solo lo he podido usar en Israel, es un poco más corto que la mayoría de mis vestidos, lo cual significa que soy presa fácil para que me toquen indebidamente. Si tú que me lees eres hombre, ¿sabes lo difícil que es caminar por una calle, iluminada o no – de día o de noche, y pasar entre un grupo de hombres? Extremadamente. No sabes si te dirán algo, si te seguirán, si te silbarán, es cuestión de suerte y del humor en el que ellos estén.
Israel tiene una corriente religiosa muy fuerte, las mujeres que pertenecen a este grupo – conocido como los HAREDIM – tienen unas vidas muy complicadas. Para algunas esa vida era el sueño y son felices, pero para muchas otras, darían lo que fuera por vivir en un ambiente más libre y sin reglas extremistas.
Por ejemplo, estas mujeres debe cubrirse el cabello cuando ya es casada, solo usará vestidos/faldas largas y mostrará lo menos de piel posible. Niños y niñas no pueden jugar juntos, porque el hombre no tiene permitido tocar a una mujer a menos que sea su esposa. Muchas de estas mujeres no estudiarán y se dedicarán a hacer hijos.
Un par de veces cuando visité Jerusalen, que tiene una población ortodoxa mayor que Tel Aviv, pasé un par de momentos incómodos por religiosos mirándome extraño porque no encajaba en la típica mujer judía. Una vez le toqué el brazo a uno de casualidad y me miró muy mal.
Hace unas semanas en una reunión un joven escuchó que había pasado un año en Israel y comenzó a hacer bromas infundadas sobre la inseguridad militar que se vive en el Medio Oriente, no le quería tomar importancia pero no pude evitar abrir mi boca, mi respuesta fue la siguiente:
Puedes decir lo que quieras de Israel, pero yo vivo a 3 cuadras de donde estamos ahorita, es de noche e irme sola a casa significa ser un blanco vulnerable para un robo, tomar un taxi sola significa ser materia dispuesta para una violación o secuestro, y ninguna de estas sensaciones las experimenté en Israel y solo eso ya me motiva a volver pero también a trabajar por un Perú mejor para las mujeres.
Israel como Perú aún tiene una brecha de sueldos entre ambos sexos. Israel como Perú son países que aún tienen una corriente religiosa – católicos o judíos ortodoxos – que da libertad al varón pero condena a la mujer. Israel como Perú son países marcados por tintes machistas pero me gusta creer que al menos uno está haciendo un esfuerzo por abrir espacio para las mujeres.
Me gusta mucho explorar y perderme en el proceso, este es un privilegio que no puedo disfrutar en tierras peruanas pero que Israel me permitió realizar al máximo. No puedo enfrentarme al mundo si mi seguridad no está garantizada, y ese es el punto más débil de la sociedad peruana en cuanto a empoderar a una mujer se trata.