Uno de mis mayores miedos cuando iba dejando la adolescencia era no encontrar mi punto de equilibrio feliz en la agitada vida de adulta. Hacer malabares entre el trabajo, la familia, los amigos, lo personal, puede llevarte a posponer tu felicidad, o a conformarte con lo que tienes porque no hay para más.
¿Alguna vez has analizado a los bebés/infantes? porque yo sí. Mira al niño más próximo que tengas, dale un carro de carreras, una muñeca, una bola de lana, dale algo, y observa que su nivel de felicidad es igual en cada caso, ¿por qué? porque los niños fueron diseñados para verle lo bonito a todo, para sacarle provecho a lo que le des, para dejar correr la imaginación, para no darse contra la pared.
Mi teoría es que todos vamos creciendo con esa filosofía de niños pero en el camino fuimos heridos, aleccionados, traicionados y la manera en cómo procesamos esas emociones nos convirtieron en seres que son incapaces de producir felicidad y muchos menos identificarla en otros.
En el 2011, gracias a Bután, las Naciones Unidas adoptaron una resolución que llamaba a priorizar la felicidad como «objetivo humano fundamental» y pedía «elaborar mecanismos adicionales para capturar mejor la importancia del objetivo de la felicidad y el bienestar en el desarrollo, con el fin de orientar las políticas públicas».
La felicidad es intangible pero tiene un efecto en todo lo tangible. Un colaborador feliz dará resultados a la empresa, por el contrario uno no feliz se convertirá en un eslabón débil en la cadena de desempeño. Un miembro feliz en la familia pondrá el hombro para lo que sea, uno insatisfecho se alejará y no se sentirá parte del grupo.
Todo en la vida está basado en decisiones, desde qué ponerte para salir hasta cómo responder a diferentes situaciones que enfrentas. Ser feliz también es un decisión, pero no tiene un efecto instantáneo. Comienza por cambiar pequeñas decisiones en pos de un bien mayor, la estabilidad emocional.

De acuerdo a la ONU la felicidad se puede medir a través de 5 elementos: poseer familia y amigos, poseer buena salud y los medios para conservarla, contar con los recursos materiales adecuados: techo, alimento, etc, poseer libertad, y tener confianza en las autoridades locales.
La primera y la segunda dependen exclusivamente de ti. Tú decides con qué amigos juntarte y cómo desarrollar una relación óptima con los miembros de tu familia. Es tu decisión cuidar tu salud y mantenerte en óptimas condiciones.
El tercero es condicional a tu situación laboral/financiera. A veces estamos sin trabajo, pero sabes cuántos emprendedores han salido adelante, pues un buen número, y tú también podrías ser uno. Uno de los aspectos para la felicidad financiera es organizar tus cuentas, vivir por presupuesto, no ganar más de lo ganas.
El cuarto y quinto son un poco tuyo y un poco del lugar en donde te encuentres, te explico. Quizá vives en un país donde te persiguen por tu religión, o donde no puedes confiar en tus autoridades gubernamentales, aunque suene a cliché, ambas son momentáneas y dependen de un cambio de actitud generacional. Puedes comenzar a generar el cambio tú, o puedes estancarte en la infelicidad de un lugar lejos de idóneo.
No puedo decidir por ti en ninguna de estas categorías, pero puedo decirte que el arte de la felicidad comienza en uno mismo, desde que te despiertas hasta antes de ir a dormir. Si sabes que ver videos de gatitos te pone feliz, mira un video al ir a dormir y ni bien despiertas. Si sabes que las personas con vocabulario soez te malogran el humor, aléjate de ellas.
El arte de ser feliz consiste en conocerse a uno mismo, poner en práctica lo bueno y alejarse de lo que afecta nuestra estabilidad. Consiste en aprender a correr la olas que la vida nos trajo. ¿Fácil? no, ¿Posible? sí. Todo en la vida cuesta un poquito de sacrificio y mucho ingenio.